Las trompetas de Jericó han despertado,
engullen las arenas dolidas del planeta
Maldito el que se crea un elegido,
tocado por la mano de un profeta.
Nada os espera,
que al mundo no le espere.
Nada os aguarda ,
que al hombre no acaezca.
Creéis que sois el techo
del hombre aquí en la tierra,
y no miráis que todo hombre es columna
y no sabéis que toda mano es tierra.
Las Tablas de la Ley que nos trajisteis
se han hecho miga de llanto y triste yesca .
El niño asesinado en Auschwitz sin clemencia,
se abraza a un nuevo niño
deshecho en la frontera .
Tu sangre y mis arterias son hermanas,
tu carne y mi osamenta se aglutinan,
mis ojos se cimientan en tu rostro
tu rostro se oxigena por mis venas.
Y no hallaréis la tierra prometida
si un solo hombre está fuera de ella.
El vuelo ritual será de todos,
la mesa quedará del todo puesta.
Julia Díaz Climent
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