En recuerdo y en memoria
De la que fue mi hija Susana Beatriz Leiro
De la que fue mi esposa Nieves Rosa Boudet
Del que fue mi hijo Eduardo Oscar Leiro
Hoy te miro desierta, despojada de risas,
de ese grito insolente que desborda alegría.
En tu torno no hay nadie, vieja mesa vacía
que asilaba los brindis de la noche sin prisas.
Tu mantel, que fue esmero de mi grácil esposa,
que ofrecía manjares con su mano bordada,
que en pupilas de sueños nos miraba encantada
y a la mancha de vino convertíala en rosa.
Ni siquiera te asombras, de este vasto silencio,
donde apoyo mi frente de dolores inmensos,
donde pierdo en pasados mi mirada sombría.
Se fugaron por siempre, mis amores, mi sueño.
Y aquí quedo olvidado como copa sin dueño,
empujando mi lápiz, por la mesa vacía.
RODOLFO LEIRO
La que fue mi querida amiga, brillante
Poeta, hoy en la eternidad, ANGÉLICA RORIGUEZ,
me escribió:
“¿Te queda alguna lágrima? ¡Llórala por favor!