No es mucho lo que sé.
Intuyo
las piedras que nos cercan
a vosotros y a mi
como de musgo abierto,
partículas de llanto
que nos obligan
a callarnos los ojos,
después de consentirles
aberrar nuestras bocas.
La memoria sostiene
el que ayer una flor
de colores muy vivos
era feliz
y nosotros bebíamos
los jugos de las nubes
en su copa bruñida.
Entonces,
las batallas de ahora
no eran ni corpúsculos
incomprensibles
de severa pobreza,
y los peces bebían
serenos en los ríos.
Hoy está en movimiento.
la guerrera corriente.
El ego nos implica
de un modo transversal
y nos aparta
de lo básico.
Somos solo siluetas
de hijos de sus madres
que caminan sin aura
con el rencor
abierto al infinito
y la grave ebriedad
de los esclavos.
Somos las víctimas
del desarrollo.
El precio de crecer
es nuestra raza
en retroceso.
La memoria sostiene
el que ayer una flor
de colores muy vivos
era feliz
y nosotros bebíamos
los jugos de las nubes
en su copas bruñidas.
Todo eso pasó.
Lo que nos queda ahora
en este mundo
es respirar
en pie,
contra el advenimiento
de la autocracia
del tener que seguir
este arduo camino
de vasallos y ególatras.
formular un deseo
esperando con fe
con los ojos callados
y constreñidos,
para dejar de ver
nuestras nubes vacías
y sin escrúpulos.
Estas ilusorias
Integraciones
Carmen Castejón Cabeceira