Una se pasa la vida
ambicionando.
Primero:
la muñeca más cara,
la ropita de molde,
el cariño exclusivo
Luego:
La cara de muñeca,
ser molde de ropita,
exclusiva en amores.
Más tarde:
más de lo mismo
Y con acento.
Y al final,
conocedora ya
del estar maniatada
al turno de partida,
recapacitas
sobre ese
permanecer
en lo superflúo
como baldío.
Y, con el vértigo
de años
que te alcanza,
en la emisión de vejez,
llega la certeza.
No es drama,
es traspasar la nube
lo que nos cuesta.
lo demás ya está hecho.
Solo hay que restarle
a todo esto
aprendizaje
y ponerle una cifra
a la cordura.
Carmen Castejón Cabeceira
No hay comentarios:
Publicar un comentario